Pŕologo
En algún apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocer. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras un par de respiraciones de la naturaleza, el astro se entumeció y los animales astutos tuvieron que perecer.F. NietzcheLa comunicación, la producción de conocimiento y la tecnología son tres elementos íntimamente ligados. Comprender qué es la tecnología y el impacto de su evolución en la sociedad implica necesariamente un recorrido por las determinantes materiales, simbólicas e históricas de este fenómeno. Por eso Marx planteaba el estudio histórico de la “formación de los órganos productivos del hombre en la sociedad”:Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnología natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de producción para la vida de plantas y animales. ¿No merece la misma atención la historia concerniente a la formación de los órganos productivos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particular de la sociedad? ¿Y esa historia no sería mucho más fácil de exponer, ya que, como dice Vico, la historia de la humanidad se diferencia de la historia natural en que la primera la hemos hecho nosotros y la otra no? La tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con res-pecto a la naturaleza, el proceso de producción inmediato de su existencia, y con esto, asimismo, sus relaciones sociales de vida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas.1Se trata, entonces, del análisis del proceso de producción de la forma en que representamos, comprendemos, transfor-mamos el mundo y construimos el conocimiento, que a su vez permite el desarrollo tecnológico. En los términos más generales, a lo largo de la historia de la humanidad podemos identificar tres grandes hitos que han trastocado ese proceso.El primero es el desarrollo del lenguaje -tratado de paz o conjunto de convenciones sociales articuladas, a partir de las que designamos y representamos el mundo-, el momento fundamental en la construcción de la humanidad que cono-cemos hoy. Se trata, está claro, de la comunicación, de la capacidad que tenemos como especie natural de interactuar entre nosotros en un proceso iterativo de transmisión y construcción de conocimiento. El lenguaje nos permite heredar nuestra experiencia cognitiva y la inteligencia que resulta de ella, de generación en generación, a través de miles de años, estructurando aquello que entendemos como conocimiento. No obstante, la transmisión oral del conocimiento tiene, por supuesto, grandes barreras temporales y espaciales; está pues limitada al breve lapso que constituye la vida de cada ser humano y al espacio fìsico hasta donde le es posible llegar.El segundo momento trascendental en la transformación de la manera en la que conocemos el mundo, se vincula a un cambio en la forma de su representación: la escritura. Esta invención del ser humano permite plasmar nuestra experiencia sensorial y racional, a diferencia del lenguaje oral, en una representación física, infinitamente reproducible y transportable. Hoy, después de más de 2.000 años de la muerte de Aristóteles, podemos acceder a su pensamiento y al de los grandes filósofos griegos; y al hacerlo, transgredimos el tiempo y el espacio en una forma en la que no hubiera sido posible hacerlo sin la escritura. No obstante, las limitaciones de reproducción están ceñidas por las características específicas de la impren-ta en cada momento de la historia y el tiempo de acceso se constriñe al que es requerido para el traslado los escritos. El conocimiento, empero, se hizo perenne en su forma.Una revolución de magnitud similar a aquellas dos es la que los seres humanos estamos viviendo desde el siglo XX. La representación de la experiencia sensorial como la del lenguaje oral y escrito en pulsos eléctricos constituye un hito tan importante como los anteriores. Somos capaces de transportar el mundo a señales digitales (ceros y unos, por ahora) y al mismo tiempo automatizar el procesamiento de aquellas representaciones en circuitos electrónicos. Hoy también nos es posible llevar a cualquier lugar del mundo, cualquier información a la velocidad de la luz, y lo hacemos precisamente en pulsos luminosos o eléctricos. Pero no solo almacenamos y transportamos en el tiempo y el espacio nuestra comprensión o interpretación de la experiencia sensorial y nuestro razonamiento lógico, sino que somos capaces de comunicar relatos y narrativas visuales y auditivas de esta experiencia, sin límites en el contexto de nuestro planeta.Esta nueva capacidad de la especie humana ha transformado la producción, la política, la familia, la forma de gobernar, de comprender el mundo, de percibir nuestro entorno: en suma, el conjunto de las relaciones sociales y las técnicas de cons-trucción del conocimiento y la tecnología. Se han mundializado las sociedades humanas, se han compenetrado las culturas como nunca antes, se han integrado todos los seres humanos en un colectivo universal. La forma de producir conocimiento ha cambiado definitivamente, abriendo posibilidades inimaginables un siglo atrás.Sin duda, el conocimiento es el ADN de todo, de todo lo que hemos construido como seres humanos: ahí está inscrita la magnitud y profundidad de la transformación operada por nuestra especie en la naturaleza. La tecnología no es más que la extensión técnica e instrumental de las sociedades humanas para mediar su relación con la naturaleza y se construye a partir del conocimiento, es decir, de la acumulación y aplicación, ordenada, meticulosa y rigurosa de la experiecia y el razo-namiento. Por eso, Carlos Marx decía que la gran industria consistía simplemente en la aplicación consciente y tecnológica de la ciencia al proceso productivo.Entonces, resulta un imperativo establecer el estado de esta transformación en nuestra sociedad, el alcance de este pro-ceso humano de algo más de cien años, y específicamente el cambio que ha operado en nuestro país. He ahí la importancia de este libro en este momento, pues constituye el esfuerzo intelectual más serio hasta la fecha en la comprensión de la relación de nuestra sociedad con las tecnologías de información y comunicación. Y esto sucede, precisamente, cuando el país vive un vuelco epistemológico con relación al conocimiento, en el momento histórico en que nos hemos propuesto un reto fundamental: la soberanía tecnológica.Nos hemos planteado dejar atrás la dependencia tecnológica. Nos hemos impuesto ser capaces de comprender el mundo desde nuestra experiencia y aportar al conocimiento universal, a ese bien colectivo de la humanidad. No se trata, que quede claro, de reinventar en forma alguna lo que ya está dado, sino reapropiar la técnica y el saber para innovar y formar parte de quienes construyen el destino de los seres humanos. Representación del mundo, comunicación, conocimiento, tecnología y soberanía se articulan en un momento histórico que busca establecer las condiciones materiales y simbólicas para la construcción de un destino común. Se trata, fundamen-talmente, de retornar a nosotros mismos, al desarrollo de nuestras capacidades intelectivas y productivas sociales como culturas capaces de crear, inventar y participar de la producción universal del conocimiento y del desarrollo tecnológico. En este sentido, el Estado Plurinacional se plantea la transformación de la relación de la sociedad boliviana y el propio Estado con el conocimiento y la tecnología, que repercute a su vez en la relación entre Estado y ciudadanía, en el arte de gobernar, en la construcción del bien común. La transformación que opera en este ámbito va desde la necesidad de la construcción de una Agenda Digital, un programa de mediano plazo que establezca las metas que debemos alcanzar para avanzar a paso firme hacia nuestros objetivos co-lectivos, hasta el debate actual y futuro sobre la ciudadanía digital. Esperamos que este documento sirva para profundizar la discusión social en pos de la formulación de horizontes sociales comunes en el mundo de las representaciones digitales.
Nicolás Laguna
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